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martes, 15 de abril de 2014

Microrrelato 2: Una constancia fructífera

Jaime tenía diecisiete años y aún no había sentido ninguna conexión especial, no sabía lo que eran las mariposas en el estómago.
Una tarde caminando por la calle sintió un flechazo y aunque le costó dar el paso, finalmente pasó a la acción.
Los comienzos fueron cargados de ilusión pero también complicados, pues no conseguía afinar sus sentimientos. Jamás se rindió y después de muchas tardes quedando a solas consiguió dar en la clave.
Empezó a disfrutar, a recoger los frutos. La melodía fluía sola y ella era la única que conocía sus más profundos secretos. Él sabía como acariciarla y también tocarla con pasión. Había momentos para todo.
Esta es la historia de Jaime y de la que hoy en día aún sigue siendo su inseparable guitarra.