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domingo, 6 de diciembre de 2015

Al desnudo

Llevo muchas noches pensando en escribir sobre lo que siento, sobre lo que me pasa por dentro. Creo que por fin me he decidido hacerlo porque la mente me pide que lo haga, que lo libere ya. Ni siquiera sé por dónde empezar, ni siquiera sé si lo voy a saber explicar. Sólo sé que me pide salir a gritos así que allá voy.
Hace unos tres años o así que no soy feliz. Lo sé porque cuando lo has experimentado eres consciente de lo que realmente es la felicidad y, por tanto, sabes diferenciar cuando la sientes y cuando no. He tenido momentos de alegría, eso no lo niego; pero no he sentido nada más allá. De hecho, no recuerdo la última vez que me lo pasé realmente bien. Puede que por ello viva añorando tiempos atrás y recordando una otra vez miles de momentos. No sé vivir el presente y se me escapa de las manos. Se podría decir que soy la nostalgia y la melancolía andante.
Soy una persona muy optimista que con el paso del tiempo ha tenido que ceder ante la aplastante realidad. Siempre he sido feliz con nada, es decir, me he emocionado mucho con el simple hecho de disfrutar de lo que me gusta, de cualquier pequeño tonto detalle. 
A día de hoy no soy yo y me odio por ello, siento que pierdo el tiempo. He caído en el devenir de los días de forma mecánica, cual robot.  Siempre he pensado que lo peor que te puede pasar en la vida es que dejes de disfrutar con las cosas que te gustan. No dejan de gustarte pero no notas esa alegría por dentro, no hay cosquilleo, no hay esa sensación de plenitud,no hay emoción, no hay nada. Ahora mismo siento como si tuviera el alma vacía y tengo miedo. Realmente no siento absolutamente nada y me inquieta no saber cuanto tiempo voy a estar así. Por mucho que me esfuerce es inútil. En estas últimas semanas he caído en el total de los abismos y llevo demasiados días bloqueada e impaciente, sin detenerme en algo, sin saborear las cosas, sin ganas de nada. Sigo haciendo mi vida normal, de alguna manera sentirme así no me impide conservar mi lado responsable y fuerte. 
Tengo la convicción de que estoy haciendo bien compartiendo mi experiencia. Lo mismo alguien se siente o se ha sentido como yo y nos podemos ayudar; o simplemente sentirnos comprendidos. Lo cierto es que me gusta mucho expresar mis sentimientos por escrito y me apetecía contar lo que me pasa tal y como es. Sin metáforas ni relatos de por medio.
A menudo reflexiono sobre la vida y el tiempo. Tengo la dolorosa sensación de estar desperdiciándolo, de que ya no habrá más oportunidades y de que pasa más rápido de lo que nos pensamos. 
Luego está la sensación de soledad, que me inunda la mayor parte del tiempo. Y también la de tener guardado demasiado amor por dentro y que no haya nadie ni nada para compartirlo. 
Lo peor de todo es que estoy volviendo a caer en un círculo vicioso del que ya conseguí salir hace un tiempo. Y es que en vez de estar viendo una peli, leyendo un libro o haciendo algo productivo, me dedico a comer. Como si la comida fuera la única solución cuando realmente sólo es un parche momentáneo para las heridas permanentes.
Mi mayor problema ahora mismo es ese, que realmente no noto ni la tristeza aunque sepa que está ahí. Me voy todas las noches a la cama con la sensación de vacío por dentro y con las lágrimas a flor de piel. Sé que no es cuestión de forzarlo porque es algo que surge de forma natural y espontánea pero en cierto modo seguiré luchando por recuperar mi esencia, lo que siempre me ha hecho ser como soy y especial. Y sí, sé que así son las circunstancias de la vida pero no me gusta estar así y esta etapa se me está haciendo demasiado larga.
Ya está, era eso.